Hablar con Mitsuru Nagata (Kioto, 1979) es escuchar el delicado sonido de una suave lluvia golpeando el vidrio de una ventana. Sus obras pictóricas son analogías de sus palabras: breves, concisas y valiosas. El artista ha desarrollado, a lo largo de los años, un estilo propio que combina el sumi-e, un género de dibujo que se desarrolla a través de la tinta negra; el shodou, una técnica de caligrafía japonesa que se ejecuta mediante tinta china sobre papel de arroz y la pintura japonesa.
Nagata empezó su incursión en el estudio del shodou a los 6 años, las enseñanzas de su maestra han calado profundo en su vida y en su obra. Actualmente vive en Barcelona y ahora es él el maestro de cuantiosos alumnos de todas las edades que acuden a sus clases para aprender de su técnica pictórica. Además, imparte talleres para difundir la cultura japonesa tanto dentro como fuera de su país. Ha trabajado como artista invitado en varios eventos dedicados a la cultura japonesa en España y también fuera del país.

El artista se licenció en sociología en la Universidad Budista de Kioto, aunque su pasión por la caligrafía y la pintura le ha llevado por otros derroteros dado que, como él mismo afirma: “La vida y la pintura no se pueden planificar”.


Pregunta. Hace 17 años desde que vives en Barcelona, ¿cómo ha influido nuestra cultura en tu obra?

Respuesta. ¡Es una buena pregunta! Vuestra cultura me ha abierto la mente. Vuestra manera de pensar es parecida en algunas cosas, pero en otras no; sobre todo la improvisación es lo que tenéis más desarrollado, desde mi punto de vista. En Japón, desde pequeños, nos enseñan a planificarlo todo. Y está muy bien, pero la vida y la pintura no se pueden planificar. 

P. Comenzaste a estudiar caligrafía a los seis años y, al parecer, una de las enseñanzas de tu maestra quedó grabada a fuego en ti. Me refiero al proverbio que dice algo como: “Lo más importante no es llegar a la meta, es seguir caminando”. ¿En qué momento de tu camino como artista te diste cuenta de que tu obra comenzaba a dejar huella en los demás?

R. No lo había pensado nunca… Yo intento caminar sin parar, pero no me hace falta ir más rápido ni más lento que los demás. Voy a mi ritmo, con mi esfuerzo y sin pensar en lo que hacen los demás. Aunque también intento aprender de ellos, pero siempre sin compararme, como me enseñó mi maestra cuando tenía seis años.

P. ¿Y cuál fue ese punto de inflexión en el que notaste que tu trabajo llegaba al corazón de la gente?

R. Esto un poco contradictorio, porque mis trabajos son manuales, pero fue gracias a Internet, cuando mi mujer me dijo: “Oye, hoy en día existen muchas plataformas para mostrar tus trabajos, ¿qué te parece si subimos tus obras?”. No esperaba mucha reacción de la gente, pero al subirlas, muchas personas, tanto de España como de todo el mundo, comenzaron a comentarlas y eso me puso muy contento.

P. Otro proverbio que pareces llevar por bandera es el que dice: “Te caes 7 veces, pero te levantas 8”. ¿Cuántas veces se ha tenido que caer y levantar Mitsuru Nagata para lograr llegar a donde está?

R. Más de siete seguro (risas). Pero no sólo yo, tú también y cualquier persona. Lo importante no son las veces que te caes, sino el levantarte una vez más de todas esas veces. Al final esto es la vida y es el camino, yo siempre me intento levantar. Esta es mi filosofía y la filosofía japonesa.

P. No sé cómo es la sociedad en la que te criaste, pero aquí, desde que somos niños, nos enseñan a competir entre nosotros y a alcanzar unas metas comunes que, en la mayoría de los casos, no van con los intereses e inquietudes individuales. Saco esto a colación porque tu maestra te dijo un día que no debemos compararnos con los demás, ya que cada uno tiene su propio camino y su manera de hacer las cosas, ¿crees que esto es aplicable a todos los aspectos de la vida? 

R. Yo creo que sí, pero no soy nadie para dar consejos. Simplemente es uno de mis lemas y a mí me sirve. En Japón la situación también es como la que comentas, no sé si en cuanto a competitividad, pero la sociedad te exige que seas una persona “standard”: debes ir a la universidad, debes casarte con tantos años, debes tener hijos… Son reglas invisibles que existen igual que aquí, pero al final cumplirlas o no sólo depende de ti. Por suerte mis padres me educaron para ser libre y, de hecho, la caligrafía es algo muy representativo en este sentido, dado que cada trazo es único, no puedes repetir el mismo trazo nunca. Lo cual no significa que uno sea peor y otro mejor, sencillamente es único. Y aunque intentes hacerlo exactamente igual, jamás conseguirás que sea así, es como la vida misma.   



P. Decidiste seguir los consejos de tu maestra y has logrado dotar a tu obra de un estilo personal que combina sumi-e, pintura japonesa y shodou. ¿Cuáles son las características que te parecen más importantes de cada una de estas disciplinas?

R. Todas me parecen igualmente importantes, es importante la parte que pintamos y la parte que no pintamos. Pintar es difícil, pero no pintar, dejar un espacio en blanco, también es difícil. Para que destaquen los trazos negros en las pinturas, deben existir los espacios en blanco. La gente tiende a fijarse en las zonas donde hay pintura, pero estas zonas destacan gracias a las partes blancas. Los espacios en blanco pueden representar el cielo, el aire o la luz. Siempre solemos tener la tendencia de seguir pintando, aunque ya no sea necesario. Hay que saber parar.  

P. En este caso, en la sencillez está la virtud.

R. Sí, cuando hacemos caligrafía siempre miramos el espacio en blanco que hay entre los trazos. Cuando observamos las obras de los grandes maestros, para intentar hacer el mismo trazo, donde nos fijamos es en la parte blanca.

P. Ahora que el maestro eres tú, ¿si tuvieses que elegir un solo consejo que guiase para siempre a tus alumnos en su camino, cuál sería? 

R. Sin duda, lo que comentábamos al principio y que me enseñó mi maestra: no debemos compararnos con los demás. Sólo tú puedes crear tu arte.

P. Vi en tu entrevista para Samuráis Mediterráneos que utilizas el arte para canalizar la energía mediante los movimientos y los trazos. También para transmitir mensajes a los demás, ¿por qué te gustaría ser recordado?

R. No es necesario que nadie se acuerde de mí. Pero me resulta fantástico pensar que una obra que he hecho yo, con tinta sumi, podrá durar 200 o 300 años y podrá ser contemplada por mis hijos o mis nietos. Aunque yo muera, las obras que he creado perdurarán y llegarán a las generaciones siguientes. Me parece impresionante que mi energía y mis sentimientos se transmitan a quienes vendrán.

P. Esta es una pregunta que le hago a todos mis entrevistados. ¿Recuerdas alguna pesadilla recurrente de tu infancia?

R. Cuando era pequeño solía visitar el templo Myōshin-ji en Kioto, cerca de la casa de mi abuela. En el techo hay un dragón gigante pintado y lloré de miedo la primera vez que lo vi. Pero después me encantó y es el motivo por el que empecé a pintar, aunque hasta ese día tuve pesadillas. Al final, aquello que me aterró me inspiró para pintar. 

P. Cuéntanos lo que quieras, tal vez algo que te gustaría compartir con nuestros lectores.

R. La cultura japonesa es muy amplia. A muchos españoles y españolas les gusta el manga, el anime y la comida japonesa, y está muy bien. Pero existen otros aspectos de nuestra cultura muy interesantes como la caligrafía (shodo) o la pintura japonesa (sumi-e). Tenemos una cultura muy rica que recomiendo que exploréis, porque estoy seguro de que os encantará.

P. Muchas gracias por dedicarnos parte de tu tiempo, Mitsuru. Ha sido un auténtico placer.

R. ¡Arigato gozaimasu!


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