La pintora parisina Hélène Planquelle utiliza sus pinceles con el propósito de suscitar preguntas en el observador, relegando a un segundo plano el afán de trasladar un mensaje manifiesto. Apasionada de la literatura clásica, la filosofía y formada en Comunicación Intercultural, la artista alimenta su obra buscando deliberadamente la ambigüedad, la incertidumbre y el simbolismo. Según Planquelle, su trabajo consiste en “despertar emociones genuinas en los espectadores, que a menudo son el comienzo de conversaciones sinceras sobre temas existenciales”.


Negro Mundo. En el marco de las artes visuales y plásticas es más común contar una historia o exponer un concepto con el objetivo de transmitir de forma precisa el mensaje del propio artista. Tu manera de obrar, por el contrario, es suscitar preguntas en el espectador. ¿Es más sencillo conectar con el público de esta forma al ser la obra más susceptible de ser vinculada a las experiencias personales del observador?

Hélène Planquelle. En el curso de la historia del arte, muchísimos artistas han definido el arte como una empresa cuyo propósito no era aportar respuestas, sino hacer preguntas. Es mi manera de pensar también. Y no pienso que sea más sencillo. De hecho, me parece más bien lo contrario. Como observador, si una historia no te dice nada ni te interesa un concepto, puedes seguir tu camino despreocupado, ya que sólo son las historia u opiniones del artista, y al final se trata sólo de gustos o puntos de vista personales.
Yo intento, y recalco “intento” porque no tengo la pretensión de pensar que ya lo he logrado, crear obras que vayan más allá de un simple gusto personal a un nivel estético, o de obras que sólo “muestren” cosas bellas. Eso es muy sencillo. Como justamente has notado, quiero hacer al observador preguntas que no le dejen indiferente: que le puedan resultar embarazosas, preguntas que toquen experiencias personales, íntimas, profundas, dolorosas y, a veces, incluso traumatizantes. Pero son preguntas esenciales y que tienen que ver con el núcleo de la experiencia humana. Por tanto sí: intento conectar con el publico, porque para mí, el arte es fundamentalmente una empresa de comunicación con el otro, quizás una de las únicas maneras de encontrar otra subjetividad. Hacer preguntas es una manera de empezar un diálogo, y también de comprometerme, para que el observador también se comprometa.

Retrato de Hélène Planquelle

N.M. En términos generales, tu obra versa sobre el íntimo vínculo que nos une a otras personas; de cómo una relación puede ser al mismo tiempo tan dañina como placentera. ¿Consideras que merece la pena esta dualidad en las relaciones humanas?

H.P. Para mí se trata de las dos caras de la misma moneda. Del mismo modo que no hay felicidad sin infelicidad, no hay amor sin odio, o ternura sin violencia. Lo que también significa esta realidad profundamente dual es que las personas que más amamos son siempre las que más nos hieren, y quienes también más odiamos. Y eso tiene que ver con el hecho de que necesitamos del otro para vivir y realizarnos desde el principio de la vida. Nacimos dependientes y vulnerables, y eso es el primer acto de violencia de los demás sobre nosotros. Así que “merece la pena” en el sentido de que es un hecho imprescindible de la experiencia. Una vida sin sufrimiento sería también una vida sin gozo.

«Una vida sin sufrimiento sería también una vida sin gozo»

N.M. En tus pinturas los tonos cian y magenta interactúan creando una dicotomía que pone de manifiesto el conflicto y/o vínculo entre las figuras presentes. ¿Qué representan en tus trabajos estas tonalidades?

H.P. Una gran parte de las obras que se puede ver en mis redes sociales y en mi pagina web son el resultado de tres meses de residencia artística que hice en Leipzig, Alemania, durante los cuales unos de mis objetivos era precisamente experimentar con colores. Quise ampliar mi gama de colores, que hasta este momento había sido siempre cálida, jugando con colores complementarios como el azul y el verde, que nunca usaba antes. Resultaron obras muy dicotómicas, como las describes. Era una manera de tratar la dualidad de mis temas en un nivel puramente plástico. Pero con la distancia, ahora estas obras me parecen demasiado contrastadas y ahora que experimenté con contrastes tan pronunciados, estoy volviendo a paletas de colores que me parecen más armoniosas y sutiles, y aún así expresivas. Lo que está claro es que no busco verosimilitud en mi tratamiento cromático del cuerpo humano. Mi estética se inspira mucho en los pintores clásicos como Caravaggio y el claroscuro. De la misma manera que uso el juego de la luz con las tinieblas para contar una historia, también uso el juego entre los colores cálidos y fríos como hilo narrativo para ampliar las posibilidades de los sentidos en las imágenes que represento, y muchas veces añadir ambigüedad.

Playing puzzle | Hélène Planquelle

N.M. A la hora de crear, ¿qué parte de ti tiene más control sobre el pincel: la razón, el corazón o las manos?

H.P. Las tres sin duda, pero en diferentes momentos del proceso creativo. La inspiración inicial viene del corazón, pero después es todo muy metódico y racional. Con el corazón elijo los temas que trato en general y las imágenes que trabajo para cada obra específica. Después, trabajo mis composiciones de manera muy metódica, haciendo esbozos preparatorios para probar que encajen bien. Todo el trabajo preparatorio que viene antes de pintar es muy racional y pensado. Compruebo las proporciones y la composición mil veces antes de empezar a añadir colores. Al final, me he dado cuenta de que la mayor parte del tiempo la dedico a esta fase preparatoria. Lo más fácil y satisfactorio es el proceso pictórico, ya que no pierdo tiempo corrigiendo errores de composición y me concentro sólamente en los colores y texturas. Después, mis manos y mis ojos tienen el control cuando pinto. Sobre todo los ojos, porque es todo observación. Estoy siempre comprobando, así que nunca trabajo con prisa.

«La inspiración inicial viene del corazón, pero después es todo muy metódico y racional»

N.M. La pintura es una disciplina que, en general, requiere más tiempo y paciencia que otras como la fotografía. ¿Pasar tanto tiempo frente a un lienzo cómo afecta a la percepción de tu propia obra?

H.P. A veces casi me esfuerzo en dedicarle más tiempo del que necesito. Tener paciencia y aprender a ser paciente es primordial para una artista. Es la clave para perfeccionarse: paciencia y método. La comparación con la fotografía siempre es interesante dado que, en el ámbito del realismo pictórico, una se puede preguntar por qué no tomar una fotografía en vez de reproducir la realidad. Además, trabajo a partir de fotos que saco yo misma, así que tengo miles de imágenes, pero que nunca las expongo como mis obras finales. Precisamente porque la relación del tiempo en estos dos medios no tiene nada que ver: la fotografía registra un instante definido en el tiempo, captura algo que ha existido en un lugar y un tiempo determinado. Para mí es una limitación en la obra. O a lo menos, yo no quiero limitarme a esta pequeña ventana temporal. Los temas y las problemáticas que trato son universales y atemporales. No son exclusivas de una época o un lugar determinado.   
Además, la pintura tiene una relación muy diferente respecto al contenido en comparación con la fotografía. Por supuesto, hay fotógrafos que componen sus imágenes de manera muy minuciosa, pero no es el caso de la mayoría. Cuando creo una obra, pienso y elijo mi composición completamente a conciencia. La comparo con otras y la elijo para detalles muy específicos. No hay nada aleatorio o fortuito. Entonces, la obra final es más densa, tiene mucho más sentido.   
Y añadiría también otra cosa: quiero crear obras que capten la atención, que no se miren sólo una vez. Que no se miren sólo un par de segundos y se olviden. Para mí, una buena obra de arte la puedes observar mil veces sin cansarte, porque conserva su misterio y suscita una especie de deseo que nunca se satisface. Y eso también requiere tiempo.

Leurs yeux fermés à l’eternel éther | Hélène Planquelle

N.M. ¿Cuándo das por finalizado un trabajo?

H.P. Cuando alcanzo a representar aquello que se parece a la imagen que tenía en mi mente y cuando el observar la obra me provoca cierto sentimiento de “armonía” y “perfección”. Pero, sobre todo, cuando logro transmitir la emoción que quería de forma precisa. Aunque no siempre obtengo esta satisfacción.

N.M. Como apasionada de la filosofía, ¿en qué corriente de esta materia consideras que encaja tu obra pictórica?

H.P. Hay muchos filósofos y corrientes que subyacen en mi obra, pero creo que en ella probablemente encaje más el movimiento de la fenomenología, la corriente que se basa en la experiencia y en lo sensible, y de la que viene Emmanuel Levinas, el filósofo ético del centro de mi carrera artística y de la visión del “otro” que mis obras representan.  

N.M. ¿Cómo te sentiste la primera vez que expusiste tu obra en una galería?

H.P. Un poco orgullosa pero, sobre todo, muy ansiosa. Y nunca he dejado de estarlo. Siempre pienso: “no es suficiente”.

Where is your brother IV | Hélène Planquelle

N.M. ¿Podrías adelantarnos algo sobre lo que estés trabajando ahora?

H.P. ¡Ahora estoy trabajando mucho! En este momento, estoy trabajando un nuevo corpus de obras que quiero presentar durante una feria de arte en Los Ángeles, Superfine Art Fair, en febrero 2021. Será la continuación de mi serie titulada “Where is your brother?”, que empecé el verano pasado e inspirada por el episodio bíblico de Caín y Abel, la historia del asesinato original.
Por otra parte, tengo otra serie de dibujos en carboncillo en desarrollo titulada “In the confines of fears”. Y también he vuelto a trabajar con óleo sobre vidrio, que es algo que quiero desarrollar más en el futuro, porque tiene mucho potencial visual.

«Cuando se marcha todo, yo me quedo con la creación, y sólo con eso puedo seguir viviendo mucho tiempo»

N.M. Cuéntanos lo que quieras.

H.P. Paradójicamente estos dos meses de confinamiento, de crisis mundial y de pánico generalizado me han aportado mucha serenidad y felicidad. Me han permitido encontrarme a mí misma y dedicarme completamente a mi obra en un ambiente totalmente exento de preocupaciones. Antes sólo había alcanzado este estado de dedicación creativa una vez, durante los tres meses de residencia artística que hice en Alemania el verano pasado. Y lo echaba de menos, porque verdaderamente quisiera que mi vida fuera siempre así. Es una experiencia ascética en la que me doy cuenta de lo esencial. Cuando se marcha todo, yo me quedo con la creación, y sólo con eso puedo seguir viviendo mucho tiempo.  


Sitio oficial de la artista: https://www.heleneplanquelle.com/