Durante la fiebre romana de 1591, el pintor dio a luz parte de sus mejores obras

La pandemia que está asolando en estos momentos a la humanidad entera es un suceso histórico. La situación es desesperada para la gran mayoría de personas, especialmente para aquellas que están habituadas a un estilo de vida más activo, menos sedentario. Por suerte, las que tienen inquietudes artísticas cuentan con la ventaja de crear en los momentos más complicados de la vida. De hecho, en muchos casos, la inspiración sólo surge en ellas cuando se da una situación crítica en sus vidas, en situaciones que hagan vibrar lo cotidiano, que corten de raíz la rutina. Por eso, no es de extrañar que en las redes sociales haya florecido la creatividad en estas últimas semanas, que hayan surgido numerosas obras inspiradas por la pandemia o a consecuencia de ella.

Italia es uno de los países con más contagios por COVID-19, pero la crisis del coronavirus no ha sido la única que ha azotado la península. En 1591, la fiebre romana (o peste) cubrió gran parte del país. Durante aquella pandemia, un joven Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) padecía las consecuencias del virus en el hospital para gente pobre Santa María de la Consolación, donde fue trasladado por su amigo el arquitecto Onorio Longhi, quien tenía el convencimiento de que fallecería allí.

Por suerte para el joven pintor, en este lugar fue reconocido por monseñor Contreras, un familiar de un anterior protector suyo: monseñor Pandolfo Pucci, quien le había ofrecido comida y hospedaje a cambio de algunos encargos. Caravaggio se encontraba gravemente enfermo en una zona del hospital oscura, fría y en condiciones insalubres, rodeado de personas moribundas. Al ser reconocido por Contreras, fue trasladado de forma inmediata a una zona más confortable y menos infecta.

La obra más representativa de esta época de padecimiento es Autorretrato en la figura de Baco, más reconocida como Baco enfermo. Mientras hacía frente a su enfermedad, pintó este cuadro con ayuda de un espejo. En él se pueden contemplar los estigmas provocados por la fiebre: un Caravaggio ojeroso y macilento caracterizado como el dios romano. El pintor observa con el rostro pálido al espectador, los labios poseen un tono ceniciento, pero esbozan una leve sonrisa burlona que refleja la personalidad canalla con la que ha pasado a la historia el artista. Asimismo, se ven reflejados sus pocos recursos en la escasez de alimentos que aparecen en la escena.

En agradecimiento a monseñor Contreras por haberse hecho cargo de él durante su padecimiento, pintó varios cuadros, entre los que se encontraba el célebre Muchacho con un cesto de frutas (1593/94).

Autorretrato en la figura de Baco (Baco enfermo) por Michelangelo Merisi da Caravaggio, 1593/94
| Óleo sobre lienzo, 67 x 53 cm | Roma, Galleria Borghese

Aunque logró superar la enfermedad, la experiencia le marcó para toda la vida, no sólo en lo físico, pues los fuertes dolores de cabeza y de vientre le acompañarían hasta el final de sus días, también se vio reflejado en su obra. Pese a que sus pinturas ya eran reconocidas por figuras importantes de la alta sociedad romana de aquella época, el joven prefirió vivir al margen de esta esfera tras salir del hospital. Decidió darse a una vida vagabunda callejeando por los lugares más icónicos de la ciudad eterna: “Seguro de sí mismo y de su genio, ebrio de libertad, vagabundea alrededor de la Plaza Navona, a orillas del Tíber, con individuos que encuentra por allí, como él pintores sin medios” (Lambert, Gilles (2001). Caravaggio. Eslovaquia).

Con 20 años, Michelangelo creaba libremente sin importarle la demanda de obras de carácter religioso: las mejores valoradas entonces y con las que más dinero se ganaba. Es en este periodo cuando nace de su pincel una de sus obras más famosas: La Buenaventura. Una pintura especialmente importante no sólo en la carrera de Caravaggio, también en la historia del arte, dado que es considerada por muchos como el primer cuadro en el que se representa una escena vulgar y chabacana. Fue precisamente durante esta etapa de su vida cuando pintó una nueva versión de Baco, en esta ocasión con un aspecto saludable y rodeado de abundante comida y cuantioso vino.

Puesto que las representaciones de escenas cotidianas no serían valoradas hasta muchos años más tarde, el pintor se vio obligado a sucumbir a las demandas de obras de carácter religioso para poder subsistir. Michelangelo, siempre a contracorriente y en la vanguardia del arte, pinta un cuadro que lo ensalzaría definitivamente como artista: San Francisco recibiendo los estigmas. Una obra cuanto menos polémica, pues el santo no aparece representado como una divinidad, sino como un hombre corriente de pocos recursos, más cercano a un vagabundo que a una deidad divina. Esta obra es calificada por algunos historiadores del arte como el principio de la pintura barroca y el final de la etapa juvenil de Michelangelo Merisi da Caravaggio.

Baco por Michelangelo Merisi da Caravaggio, 1596/97
| Óleo sobre lienzo, 67 x 53 cm | Florencia, Galleria degli Uffizi

La obra del artista barroco no volvió a ser la misma tras su salida del hospital Santa María de la Consolación. Aquellos que se dedican al arte en cualquiera de sus formas, muy probablemente, en este confinamiento estén encontrando también una copiosa etapa de inspiración. Igual que Caravaggio, a menudo un artista es capaz de crear sus mejores obras en los peores momentos (o tras ellos) de su vida. Así como las luciérnagas tienen la cualidad de brillar en la oscuridad gracias a una combinación de proteínas y enzimas, un artista es capaz de brillar en los momentos adversos. Más aún cuando se encuentra en una etapa de reclusión, cuando cuenta con más tiempo para dialogar consigo mismo.


Bibliografía: Lambert, Gilles (2001). Caravaggio. Eslovaquia