El artista se entrevistó con los supervivientes de la fragata La Medusa y utilizó cadáveres reales como modelos


Théodore Géricault fue un artista prácticamente autodidacta, salvando su corto espacio de formación con Carles Vernet y Pierre Guérin. Nacido en 1791 en una acomodada familia de Ruán, pasó la mayor parte de su vida en París, donde él mismo tomaría las riendas de su educación artística presentando su primera gran obra, Oficial de la Guardia Imperal a Caballo, en el Salon de 1812.

Habiendo viajado a Italia quedó impresionado por el Renacimiento Italiano, especialmente por Miguel Ángel, aunque también por el flamenco Rubens. De esta etapa destacan sus pinturas sobre carreras de caballos conocidas como Corso dei Barberi. Si bien su vida fue corta, pues una larga enfermedad, la tuberculosis, acabó con él en 1824 cuando contaba tan sólo con 33 años, su obra fue numerosa y rica. Destaca por su talento para la pintura psicológica y sus pinturas de estilo tétrico.

Como señala Reynolds Martin, reconocido historiador del arte, Géricault supo utilizar el color con gran dominio y maestría dando a las expresiones faciales energía y dramatismo, lo que supuso la clave para su ciclo de pinturas en las que predominaba el retrato de personas lastradas por enfermedades mentales o emocionales, hasta el punto de que estas pinturas se encuentran hoy día entre las mejores del retratismo psicológico. Redujo el número de elementos representados en cada obra, centrándose en los puntos esenciales, aumentando la intensidad sobre los rasgos expresivos del dolor o alteración psicológica, como los ojos y la boca, atrayendo así al espectador.

La loca | 1822-1828, óleo sobre lienzo, 72 × 58 cm, Museo de Bellas Artes de Lyon | Théodore Géricault

Su opera prima fue la Balsa de la Medusa, icono del romanticismo francés, expuesta en el Salon de Paris en 1819 y actualmente conservada en el Louvre. Es en esta obra donde se aprecia su faceta más tétrica en una descorazonadora alegoría del memento mori. La obra representa el hundimiento de un barco francés, la fragata Méduse, cerca de las costas de Mauritania. Se dice que el hundimiento dio lugar a atroces actos de canibalismo y asesinato entre los desgraciados supervivientes del navío.

«Se dice que su taller apestaba a muerto y que realizó una réplica de la balsa sobre la que colocar los cadavéricos trozos para inspirarse»

A fin de representar con realismo la escena y trasmitir el horror de la situación, Géricault se entrevistó con los supervivientes y utilizó cadáveres reales como modelos, logrando extraer de la morgue trozos humanos: piernas, brazos, o cabezas decapitadas. Incluso se dice que su taller apestaba a muerto y que realizó una réplica de la balsa sobre la que colocar los cadavéricos trozos para inspirarse. Esta obra dio también lugar a un excelente estudio anatómico sobre diferentes partes del cuerpo que puede apreciarse en unas pocas obras menores donde tan sólo aparecen representados algunos fragmentos humanos. 

Aquella obra fue considerada por los realistas como una ferviente critica al régimen borbónico, aunque en realidad Géricault estaba plasmando en el lienzo el tedio total que sentía por un país a la deriva y naufragado, herido mortalmente por la etapa napoleónica y el nepotismo de Luis XVIII.

Sea como fuere La Balsa de la Medusa acabó convirtiéndose en una fuente de inspiración para los románticos del momento como Delacroix.


BIBLIOGRAFÍA:

Reynolds Martin, Donald, Introducción a la historia de Arte El siglo XIX, Editorial Gustavo Gili, S.A, 1985

 Maneyre-Dagen, N., Leer la pintura, Spes Editorial, S.L., 2005