Una pintura de Piere di Cosimo que sigue suscitando intriga y curiosidad
Pese a que el renacentista Piere di Cosimo (Florencia, 1562-1522) no es considerado por muchos como un gran pintor, sí es reconocido por sus obras enigmáticas y simbólicas, las cuales suelen cautivar con frecuencia al espectador.
Sátiro de luto por una ninfa (hacia 1945, conservado en la National Gallery de Londres), tal vez no sea su pintura más reconocida. Y, tal vez, sea esta la razón por la cual adquiere un mayor interés para los conservadores e historiadores que, seducidos por su carga simbólica, llevan años tratando de descifrar su significado. Los primeros ponen en duda las teorías de los segundos, quienes sugieren que la pintura está inspirada en el mito griego de la muerte de Procris popularizado por el poeta romano Ovidio en su poema Las Metamorfosis.
Se trata de una tragedia, una historia de celos desencadenada por la desconfianza en el seno de una pareja. Céfalo, hijo del rey de la Fócide Deyoneo y Procris, hija del rey de Atenas Erecteo, se prometen amor eterno. Pero con el paso del tiempo la desconfianza entre la pareja comienza a aflorar, por lo que a Céfalo se le ocurre un, no muy audaz, plan para comprobar si su amada únicamente se entregaría al placer carnal con él. Efectivamente, lleva a cabo este propósito, desapareciendo durante largos años para volver después disfrazado de otro hombre y seducir a Procris, quien sucumbe a sus encantos. Ésta, al descubrir la verdadera identidad del hombre, huye avergonzada a un bosque cercano.
«Se solían regalar en las bodas representaciones de Céfalo y Procris con la intención de que el matrimonio siempre tuviese presente la importancia de la monogamia»
Más tarde la pareja se reconciliaría, pero la calma en la relación no reinaría por mucho más tiempo, dado que Procris comenzaría a sospechar de que Céfalo tenía alguna relación fuera del matrimonio, puesto que éste se ausentaba mucho del hogar para ir a cazar. Un buen día, la joven decide seguir a su marido en una de sus expediciones para calmar (o no) sus sospechas. El mito llega a su momento más amargo cuando Céfalo confunde a Procris con un animal salvaje y la espeta con su jabalina, provocando la muerte de la protagonista.
La moraleja de este mito es, sin duda, que los celos y sospechas reinantes en una pareja pueden herir de muerte la relación. Es por ello que, durante el siglo XVI, se solían regalar en las bodas pinturas que representaban la leyenda de Céfalo y Procris con la intención de que el matrimonio siempre tuviese presente la importancia de la monogamia.
En la pintura aparece un Fauno o Sátiro de orejas puntiagudas, bigote rizado y nariz chata. En la mitología griega estas criaturas silvestres y lascivas se dedicaban a perseguir a las ninfas. Al contrario que en la mayoría de obras y lejos de ser representada como una criatura pícara, en esta ocasión el semblante del sátiro muestra una mueca de compasión al encontrarse a la joven moribunda con una herida en el cuello.
Di Cosimo era un gran amante de la naturaleza salvaje y desnuda, así lo mostraba en la mayoría de sus pinturas. Además, muchos estudiosos, apuntan que el autor practicaba la alquimia, dado que su maestro, Cosimo Rosselli, se dedicaba a ello abiertamente. Durante el Renacimiento, muchos hombres practicaban esta doctrina, se servían del fuego como materia prima para sus actividades secretas. El elemento debía conservarse activo durante 40 días con el fin de transformar cualquier metal común en oro, calentando el crisol donde debía formarse el elixir mágico.
Así pues, los perros que aparecen a lo lejos podrían ser la representación de dos estados químicos contrarios: lo sólido y lo volátil, pues estos eran los símbolos que encarnaban la perra blanca Corascene y el perro negro Armenio. Se creía que uniendo ambos estados podría formarse la piedra filosofal. Un mineral que describían de color rojo fuego, igual que la tela que cubre el cadáver de Procris en el cuadro de Cosimo. En este sentido, también la figura del perro de caza se repite dos veces, presentándose en primer y en segundo plano. De esta manera representaban los alquimistas al creador y patrón de esta disciplina, Hermes Trimegisto, el “tres veces grande”.
«A la muerte de la materia le sucede la resurrección. Pues la alquimia también es la ciencia de la inmortalidad«
Por otro lado, otro de los experimentos de quienes practicaban la alquimia consistía en tratar de convertir la materia muerta descompuesta en un vapor blanco al que llamaban “cisne blanco”, animal que puede apreciarse también en el fondo del cuadro. Por otra parte, junto a las aves crece un árbol débil y deshojado que brota en la parte superior del cadáver. Se cree que la planta no es meramente decorativa puesto que, según los alquimistas, “a la muerte de la materia le sucede la resurrección. Pues la alquimia también es la ciencia de la inmortalidad” (Hagen, Rose-Marie y Rainer (2018). Bellos Desnudos. Eslovaquia).
La controversia a cerca de esta obra lleva siglos dándose. Algo que, lejos de esclarecer el significado de esta misteriosa pintura, suscita cada vez más curiosidad e intriga en los espectadores y amantes del arte.