La reflexión sobre la brevedad de la vida del pintor Hans Baldung

Esta misteriosa pintura de Hans Baldung (1509/1510), a día de hoy, sigue suscitando diferentes teorías a cerca de su significado y de las figuras que en ella aparecen. Se le atribuye el título de “Las tres edades de la vida y la muerte”, por lo que se puede deducir que es una alegoría de nuestro breve y etéreo paso por este mundo. Sin embargo, no se tiene constancia de quién es la joven de extensa cabellera y piel marmórea. Según Rose-Marie y Rainer Hagen, autores de Bellos Desnudos (Taschen, 2018), algunos expertos sostienen que podría ser una diosa, otros una alegoría de la vanidad y otros que es una prostituta. En lo que sí parecen coincidir es en que “en esta obra renacentista no se encuentra ningún rastro de la redención cristiana que dominaba en tantas obras medievales”.

La pintura nos sugiere que la joven es la protagonista absoluta de la escena. Destaca sobre el resto de figuras por su piel pálida y luminosa en contraste con la oscuridad que domina al resto de personajes. Si bien es cierto que los contemporáneos de Baldung solían representar a las mujeres jóvenes con la piel más suave y clara que los hombres o las personas ancianas, el hecho de que la protagonista se encuentre en primer plano y que su cuerpo se pueda contemplar de forma completa, sin ser ocultada ninguna parte de su anatomía (como en el caso del resto de sujetos), refuerza la silueta de la joven. La muchacha sujeta un espejo, en el que contempla su belleza y juventud, tal vez preocupada por la certeza de que no permanecerá así para siempre.

Las tres edades de la vida y la muerte | Hans Baldung

Los personajes presentes se asocian con las cuatro estaciones del año y a su vez con las cuatro etapas de la vida. Siendo la figura del bebé, con sexo indeterminado, la edad temprana de esta obra alegórica. A sus pies se encuentra un pequeño caballito de juguete, lo que podría significar el puente de unión entre las diferentes etapas de la vida según la fábula de Esopo. “En esta fábula, el poeta griego atribuye tres animales a las tres edades de la vida: el perro, el buey y el caballo. El perro significaba la vejez porque es gruñón y amable únicamente con los que le alimentan. El buey corresponde al medio de la vida porque trabaja de forma regular y mantiene a jóvenes y viejos. El caballo, sin embargo, encarna la infancia considerada, por lo menos en la fábula como una edad traviesa e incontrolada” (Hagen, Rose-Marie y Rainer (2018). Bellos Desnudos. Eslovaquia).

Detalle de Las tres edades de la vida y la muerte | Hans Baldung

Por otra parte, en el lado izquierdo de la imagen aparece la figura de una mujer anciana con unos rasgos que casi rozan lo monstruoso, con un semblante similar al prototipo de representación de una bruja. Una dentadura mellada, un brazo desproporcionadamente largo, un cuello excesivamente ancho y un tono de piel similar al que se le ha dado a la figura de la muerte. Esto, según los autores del libro, puede ser debido a la visión masculina de los pintores de la época, quienes consideraban, consciente o inconscientemente, que la mujer en edad adulta ya había cumplido su objetivo en la vida: ofrecer sexo y tener hijos. Una mujer de 50 años ya no era atractiva ni deseable para ellos.  

La parte lateral de la pintura la ocupa la otra gran protagonista de esta obra: la muerte. Representada como un esqueleto cubierto con unos girones de piel putrefacta, alzando con vehemencia el reloj de arena, representante del tiempo, en el cual ya ha caído la mitad del contenido, indicando a la mujer adulta que su tiempo ha llegado a su cénit. La señora aparta con su mano el brazo de la muerte que sostiene el objeto, negándose a asumir que ya no es joven.

Por otra parte, el velo es uno de los elementos más importantes de la pintura, dado que actúa como nexo de unión entre todas las etapas de la vida. Asimismo, sirve para ocultar el sexo de los protagonistas. Esta danza macabra invita al espectador a reflexionar, a ser consciente de que la vida es algo perecedero y que, por tanto, debe disfrutarse como si fuese el último día en este mundo.